Y si entra
como intruso,
escucha la voz
del pájaro como reproche y como burla...
María Zambrano
Entrar en el bosque del carpintero y la calandria, en
conversaciones de benteveos, a la vista de las hormigas. Rocas que alguna vez
rodaron bajo el agua. Bicho feo bicho feo. Aire verde colgado de las hiedras
que tapizan los pinos. Concierto, aleteo de palomas. El penacho rojo. Trizas,
partículas.
Alrededor de los álamos la luz hace ronda, traza un
círculo cerrado, toca y brilla. Amarillea. Cortada a cuchillo la luz.
Dentro de la cúpula de sombra, corona de pájaros,
duenda o piedra yo y el viento que entra en puntas de pie. Mueve una hoja allá,
otra. Todo se lleva un dedo a la boca.
Un nido de hornero anuncia que algo del mundo todavía es de ellos, espíritus nacidos
de huevos a lunares que se “cagan en el espíritu” de la poeta –como quería
Artaud.
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