sábado, 26 de octubre de 2013

Un arte

El arte de perder no es difícil adquirirlo.
Tantas cosas parecen empeñadas
en perderse, que su pérdida no es un desastre.
Elizabeth Bishop


Cuando no lo viste con tus ojos deshacerse, no te dijo adiós, se fue o algo que se rompe.
Perder, perder literalmente: Dejar de poseer, o no hallar, una la cosa que se poseía.
Y más abajo, en las acepciones más lejanas:
No percibirse una cosa por el sentido corporal que a ella concierne.
Naufragar, irse a pique.
Amar mucho a una persona o cosa.
Vale todo eso: no poseer ya lo que poseíamos -amado- naufragar en la pérdida, volvernos ciegas.
Tal vez esa es la más acertada: No percibirse una cosa por el sentido corporal que a ella concierne.
Esa pérdida: buscamos por toda la casa y no podemos verlas.
Somos naúfragas entre restos que no son suficientes.
Entra en el misterio –dijiste vos.
Las casas se comen cosas cuando no miramos –dice Hustvedt.
Algo que se pierde, se va de nuestros sentidos para siempre, cuerpo que ya no veremos.
Ni siquiera es la muerte de lo que hablo.
Objetos mínimos que eran como nuestra alma.
Y el alma se vuelca así, en cosas que casi siempre se pierden de vista.


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