salvo
que no llegaran más
Emily
Dickinson
tu patio es misterioso
–dijo
yo expliqué acerca
de la
contaminación
por la luz en
el mundo
tres álamos un
fresno una adelfa
cuatro pinos el
durazno de jardín
las trepadoras
un cactus que sube
la tuna los
aloes la zarzamora
podemos ir a
tocarlos
gallinita ciega
entre los árboles
puedo hacer un
plano
de la tierra o
el cielo
-el almendro
recién llegado
me olvidaba-
caminar entre
las gazañas
reina de los
milagros
suspendida en
algo blando
como el agua
hojas secas de
enero agujas
cáscaras
maderitas caracoles
huevos que las
palomas descuidadas
o el viento o
los chimangos
chimangos
quietos al fin
sobre nuestras
cabezas
pero la luz decía
no nos
abandonamos a la luz
después de la
obertura las chicharras
se retiraron
del primer plano
algún grillo
intermitente
sobresale y se
interrumpe
per dón per dón
per dón
ese batir de
alas es la lechuza
y el mar un
poco más allá
una máquina de
hacer
silencio
despertamos
no enciendas la
luz
a su arrullo
languidecemos
como un par de
sillas abandonadas
bajo el sol
que se haga la
oscuridad
se disuelva el
día derramado
en las ondas
cortas del último azul
que cierra los
ojos y los abre ciegos
ciegos no
alertas y
telescópicos
sobre un reino
que destella y
se agita
escuchá
la respiración
de la noche insectos
la culebra
blanca casi transparente
que busca el
nido en la arena
las arañas en
el naranjo
estrella
del picaflor
que no sabemos
dónde y tu mano
otra estrella
que viene
a posarse aquí
no pesa nada
de pronto
estamos bajo el agua
o en el espacio
allá afuera
donde la
gravedad
donde la
gravedad
no nos
abandonamos a la luz
cómo van a leer
la ruta
de migración
las aves
cómo el
murciélago
y la comadreja
Leopardi o
Sharon Olds
tendida en el
desierto
ahí va la
lechuza brilla
para vos un
poco
antes de
desaparecer
deshecha
no la busques
te regaló la
sombra
de un sueño la
señal
de que estamos
aquí
aunque no
sepamos para qué
ni hasta cuándo